Convivir con la fibromialgia se puede sentir como una batalla silenciosa e interminable. Entre el dolor físico, el cansancio abrumador y la incomprensión de quienes te rodean, es fácil caer en la tentación de apagar tus emociones y fingir que todo está bien.
Sin embargo, reprimir lo que sientes no elimina el dolor; por el contrario, puede hacerlo más pesado. Por eso, uno de los pasos más liberadores que puedes dar en este camino es permitirte sentir.
Permitir tus emociones no es un acto de debilidad, sino una forma poderosa de reconciliarte contigo misma y con tu experiencia.
Reconocer lo que sientes, en lugar de negarlo o esconderlo, puede marcar el inicio de una transformación emocional y física.
Aceptar lo que sientes: el primer paso hacia la paz emocional
Cuando la fibromialgia afecta cada aspecto de tu vida —trabajo, relaciones, sueños—, puede parecer más sencillo evitar confrontar el dolor emocional.
Pero intentar esconder tus emociones no las elimina; simplemente las acumula, generando una carga que eventualmente se refleja también en tu cuerpo.
Aceptar lo que sientes no significa resignarte.
Significa ser honesta contigo misma sobre tus emociones y abrirte a la posibilidad de entenderlas y manejarlas mejor.
¿Te sientes frustrada porque no puedes realizar las mismas actividades de antes? ¿Te invade la tristeza por lo que has perdido? Todo eso es válido.
Tus emociones son tan reales como el dolor físico, y reconocerlas es el primer paso hacia la sanación integral.
El impacto de las emociones reprimidas en tu cuerpo
El cuerpo y la mente están profundamente conectados. Cuando reprimes tus emociones, estás acumulando tensión en tu interior, lo que puede intensificar síntomas como el dolor y el cansancio.
Estudios han demostrado que emociones como la frustración, el miedo y la tristeza crónica pueden agravar los síntomas de enfermedades como la fibromialgia.
Al contrario, permitirte sentir y procesar tus emociones reduce esa tensión interna.
Liberar lo que sientes es un acto de autocuidado que ayuda a equilibrar tu cuerpo y mente, disminuyendo el impacto del estrés en tus síntomas físicos.
La culpa: un peso que necesitas soltar
Muchas mujeres con fibromialgia cargan con una pesada culpa.
Culpa por no poder ser la madre, la amiga o la trabajadora que solían ser. Culpa por necesitar más descanso, por no cumplir con las expectativas de los demás, o incluso por sentir emociones negativas.
Con Permiso Para Quejarte
Como Convivir con la Fibromialgia sin Perderte a ti Misma
Es importante recordar que no tienes que justificarte por lo que sientes. Sentir no te hace débil, te hace humana.
El camino hacia la recuperación no se trata de perfección, sino de aprendizaje. Aprender a ser amable contigo misma, incluso en los días en que sientes que has fallado, es esencial para encontrar alivio emocional.
Soltar la culpa también significa darte permiso para priorizarte.
Tu bienestar importa tanto como el de las personas que amas, y no debes sentirte culpable por cuidar de ti misma.
Cómo procesar tus emociones sin juzgarte
Si nunca te has permitido sentir plenamente tus emociones, puede ser un desafío saber por dónde empezar.
Aquí hay algunos pasos para ayudarte a procesarlas de manera saludable:
- Reconoce lo que estás sintiendo. Dedica unos minutos cada día a preguntarte: “¿Qué siento en este momento?” Puede ser tristeza, enojo, frustración, o incluso alegría. No importa cuál sea la emoción, lo importante es darle un nombre.
- Acepta tus emociones sin juzgarlas. Es normal sentir emociones negativas. No te castigues por sentirte de una manera u otra; simplemente observa lo que sientes sin tratar de cambiarlo de inmediato.
- Escribe tus pensamientos y sentimientos. Llevar un diario puede ser una herramienta poderosa para liberar emociones reprimidas. Al escribir, puedes descubrir patrones o comprender mejor lo que necesitas para sentirte mejor.
- Habla con alguien de confianza. Compartir tus emociones con alguien que te escuche sin juzgar puede ser profundamente liberador. Esto puede ser un amigo cercano, un terapeuta o incluso un grupo de apoyo.
- Busca actividades que te ayuden a liberar emociones. Practicar meditación, dibujar, bailar o simplemente llorar puede ser terapéutico. Escucha a tu cuerpo y haz lo que sientas que necesitas en ese momento.
Sentir no es rendirse, es sanar
Puede haber días en los que te sientas cansada de luchar, y eso está bien.
Permitirte sentir no significa rendirte al dolor, sino reconocer que todas tus emociones son válidas.
Sentir tristeza, enojo o miedo no te hace más débil; te hace más fuerte, porque estás enfrentando tu realidad en lugar de ignorarla.
Programa ya tu cita
Cuando aprendes a aceptar y procesar tus emociones, también estás construyendo resiliencia.
Cada emoción que enfrentas y superas te da más fuerza para los días que están por venir. Sentir es el primer paso hacia la sanación emocional y el bienestar integral.
Ejercicio práctico: un espacio para tus emociones
Reserva unos minutos cada día para este sencillo ejercicio:
- Encuentra un lugar tranquilo donde puedas estar sola.
- Cierra los ojos y respira profundamente unas cuantas veces.
- Pregúntate: “¿Qué estoy sintiendo hoy?”
- Permítete experimentar esa emoción sin tratar de cambiarla o juzgarla.
- Si sientes ganas de llorar, gritar o reír, déjalo salir.
Este ejercicio te ayudará a reconectar contigo misma y a liberar la carga emocional que a menudo acompaña a la fibromialgia.
Un recordatorio final: está bien no estar bien todo el tiempo
Hay días en los que sentirás que no puedes más, y esos días también son parte del proceso.
Date permiso para descansar, para pedir ayuda y para cuidar de ti misma sin sentirte culpable.
Recuerda que permitirte sentir es un acto de valentía, y cada vez que lo haces, estás dando un paso más hacia una vida más plena y significativa.
La transformación no ocurre de un día para otro, pero cada pequeño momento en el que eliges sentir y liberarte te acerca a la vida que mereces.